3 jun 2011

De otra Galaxia


La última derrota de Djokovic había sido en el Master de Londres justamente ante Federer. Nadal seguirá siendo el uno del mundo si se consagra campeón.

Tenía que ser así, Rafael Nadal lo había confirmado horas antes, jugaba el mejor de la historia contra el mejor del momento.

Federer sabía que tenía que jugar el partido de una sola manera: Atacando todo el tiempo al serbio, no dejarlo respirar, y así fue. Los dos primeros parciales se lo notó totalmente enfocado, aplicando todo lo que la teoría decía. Con el servicio como gran aliado, con una derecha profunda y buscando muchos ángulos, trataba de desequilibrar a Djokovic, y lo consiguió.

Cuando Roger estaba 2 sets arriba daba la sensación de que la historia sería irreversible por dos simples razones: El nivel que estaba mostrando y por el historial que tiene el suizo cuando está ganando los dos primeros sets en un partido de Grand Slam 174-0.

El serbio pudo reponerse del mal trago anímico que significó estar con esa desventaja y llevó el partido a un cuarto set. Roger empezó a desconcentrarse, aunque Novak empezaba a encontrar el juego que lo había llevado a conseguir el record de 43-0 a inicio de año.

El definitivo parcial fue emocionante. “Nole” llegó a sacar para llevarlo a un quinto set, pero “Su majestad” pudo quebrar y levantó el puño como nunca antes lo había hecho, con una furia incontenible. Gritó de la alegría, lo había conseguido, ganarle al mejor tenista del momento. La historia fue más que el presente, o como diría Carlos Moya: Hay partidos que, aunque no te den torneos, permiten agrandar el mito y la leyenda de un jugador.

Djokovic perdió, pero lo más seguro es que el premio que tanto desea va a llegar, ser el número uno del mundo. No lo es en los papeles, pero si en el juego.

Terminó el partido y la luz no existía más, la había puesto Federer, como en aquellos tiempos.

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